En este artículo en profundidad hablamos de las hernias discales, en particular de las que causan lumbociática, es decir, dolor localizado en la zona lumbar e irradiado a una o ambas extremidades inferiores.
Debemos imaginarnos el disco intervertebral como una especie de cojín entre una vértebra y otra, formado por material gelatinoso en su interior y fibroso en su exterior. La parte más interna es la más vulnerable y puede sufrir fisuras hasta romperse con la hernia discal.
Causas:
Hay muchos factores que conducen al sufrimiento discal, como el tabaquismo, el sobrepeso, la obesidad, la edad, las causas vasculares o infecciosas, los traumatismos múltiples, especialmente si se está sometido a un trabajo que expone al paciente a vibraciones constantes o a cargas excesivas. Otras causas son las patologías de la placa intervertebral, como los llamados nudos de Schmorl.
Las hernias discales pueden causar irritación e inflamación en las raíces nerviosas vecinas, o compresión externa en las raíces nerviosas con síntomas dolorosos en el territorio de esa raíz.
Diagnóstico:
El examen clínico es el que nos permite formular una hipótesis diagnóstica a través de la anamnesis, es decir, la historia clínica del paciente, la inspección y la realización de determinadas maniobras semeióticas.
Como apoyo al examen algológico, es esencial realizar pruebas diagnósticas, en particular una resonancia magnética.
Una hernia discal es una afección benigna que se resuelve en pocas semanas en la mayoría de los casos.
Sin embargo, muy a menudo el dolor es tan intenso que limita al paciente en sus actividades diarias normales: en estos casos, debe instaurarse lo antes posible una terapia analgésica/antiinflamatoria.
Normalmente, la primera terapia que se administra es oral o intramuscular. Dicha terapia no siempre es eficaz y el dolor no sólo no se resuelve, sino que la inflamación intranervosa o perinervosa empeora, provocando la aparición de otros síntomas como hormigueo y debilidad en las extremidades, o calambres que presuponen un déficit motor en el nervio.
La aparición de estos síntomas debe ser una llamada de atención, ya que el dolor percibido puede empezar a convertirse en dolor inflamatorio mezclado con dolor neuropático. La dilación podría empeorar la situación y el dolor convertirse sólo en neuropático, con escaso efecto del tratamiento farmacológico antiinflamatorio.
La disfunción motora, es decir, la aparición de falta de fuerza en las extremidades, es un signo clínico importante que sugiere la urgencia de un examen neuroquirúrgico.
Terapia:
La lumbociatalgia causada por hernias discales puede resolverse simplemente en el transcurso de unas semanas con la administración de antiinflamatorios y relajantes musculares, por vía oral o intramuscular. Tras las primeras semanas de tratamiento, si el dolor sólo ha remitido ligeramente o incluso ha reaparecido, a veces con mayor intensidad, se recurre a un tratamiento más específico para evitar que se cronifique: la infiltración peridural con guía ecográfica o radiográfica.
El procedimiento ecoguiado permite, a través de una sonda, ver y localizar en tiempo real el espacio donde inyectar el fármaco a base de cortisona y anestésico local a través de una aguja específica (aguja tuoy).
Los ultrasonidos, a diferencia de la técnica de rx guiada, son más seguros porque no emiten radiaciones y son absolutamente inocuos.
Una hernia de aparición reciente supone que el proceso inflamatorio aún está en curso y, por lo tanto, está indicado el uso de antiinflamatorios; por otro lado, las hernias de aparición más antigua, en las que hay síntomas que suponen un mal funcionamiento del nervio, también pueden necesitar una terapia específica para el dolor neuropático.
El ciclo de infiltración consta de tres o cuatro infiltraciones: las dos primeras más próximas entre sí, la tercera incluso con meses de diferencia. El procedimiento infiltrativo peridural presupone la suspensión de los fármacos anticoagulantes y/o antiagregantes de la forma y en el momento que decida el algólogo en función de la evaluación realizada durante la exploración y con el consentimiento del cardiólogo en los casos más importantes.
Es esencial aclarar que la primera infiltración peridural, como cualquier otro procedimiento inicial, es a la vez terapéutica y sobre todo diagnóstica. Esto se debe a que la inervación de las diversas estructuras de la columna vertebral es muy compleja y, muchas de ellas, tienen la misma inervación. Esto se traduce clínicamente en dolor en el mismo territorio cutáneo, que, sin embargo, puede ser responsabilidad de más de una estructura. Así, en los casos algo más complejos, en la primera visita el algólogo realiza un diagnóstico presuntivo que puede ser confirmado o no por la prueba infiltrativa.
La relación que se establece entre paciente y algólogo es dinámica y continua: en los casos más complejos o en aquellos en los que el dolor es crónico y prolongado en el tiempo, el diagnóstico no llega de forma inmediata, sino que se alcanza a través de un camino que implica una confianza mutua entre paciente y especialista.